miércoles, 23 de mayo de 2012

LUNÁTICA

La luna...
afecta a nuestra vitalidad, influye en nuestro estado de ánimo, altera nuestra sensibilidad, afecta la capacidad intelectual...
Una vuelta completa alrededor de la tierra es justamente la duración de su ciclo: 28 días...y afecta con la vibración específica según la fase en que se encuentra.
Generalizando la luna CRECIENTE es ideal para todo lo relacionado con crecimiento, nacimientos, aumentos...la DECRECIENTE, por el contrario favorece todo lo que queramos disminuir...

Luna llena...
Culminación, éxito de todo lo que empezó en la luna creciente. Ahora está todo en su plenitud. Es el momento de dar a conocer las decisiones importantes, de hacer públicos los proyectos, es decir, de sacar a la luz todo lo que llevamos dentro, de confesar nuestros sentimientos. Es buena etapa para dejar atrás lo ya concluido, pero no es buena pra iniciar nada. Nos ayuda a decidir cuando algo se ha terminado definitivamente, una relación, un trabajo, una situación. Los nacimientos son más probables en esta fase de la luna.

Yo soy lunática...

FUENTE: www.espaciotiempo.com

sábado, 12 de mayo de 2012

¿POR QUÉ GRITAMOS?...

¡Los chicos pueden ser tan exasperantes! Puedes llamarlos, y volver a llamarlos y no vienen. Les gritas y les explicas y no escuchan. A veces les tienes que pegar cuatro gritos para que te presten atención. Entonces, cuando les gritas, por fin te toman en serio...

Otra buena razón para gritar es que te ayuda a que puedas desahogarte. Es muy frustrante andar corriendo todo el día de aquí para allá, trabajando, llevando la casa, ocupándote de todo el mundo para, después de todo esto, tener que lidiar con un hijo para quien la idea de una diversión es por ejemplo fastidiar de todas las maneras posibles al bebé en su hora del baño. Al gritar liberamos las tensiones y así evitamos desarrollar úlceras.

Y dicho sea de paso, a nosotros nos gritaron mucho y salimos bastante bien. Nos convertimos en correctos y equilibrados miembros de la sociedad. Bueno, quizás no tengamos la mejor relación con nuestros padres pero, lo principal es que el resultado no ha sido malo.

Por último, no lo podemos evitar. Gritar está en nuestros genes y es una reacción que surge de los modelos que nos brindaron nuestros padres. Es natural. Lo que se aparta de lo natural es no gritar. Exige mucho autocontrol, es algo así como dejar de consumir azúcar, café y harinas blancas por el resto de nuestras vidas. Si partimos de la base que no deberíamos gritar, entonces nuestras cuerdas vocales vendrían pre-programadas en Mute.

PERO...hay otra cara de la moneda que debe ser considerada. Cuanto más gritemos a nuestros hijos:
- mayor será la cantidad de hábitos nerviosos que van a desarrollar.
- tanto más aumentarán los síntomas del estrés, tales como arrancarse el pelo, hurgarse la nariz, parpadear, mojar la cama y otros.
- peor será la salud física de los niños: más dolores de cabeza, de estómago, resfriados y gripes.
- mayores serán los problemas de conducta de nuestros hijos: desobediencia y desafío en casa o el colegio.
- más problemas sociales tendrán nuestros hijos: serán víctimas de hostigamiento, o serán hostigadores, les costará hacer amigos y mantenerlos.
- mayor será la tendencia de nuestros hijos a presentar falta de concentración para hacer los deberes.

Ningún niño proveniente de un hogar donde se grita presenta toda esta sintomatología en forma simultánea; la vulnerabilidad individual de cada niño determinará el o las áreas de funcionamiento que podrán verse afectadas.
Cuanto más gritemos a nuestros hijos, menos les vamos a agradar. Cuanto menos les agrademos, tanto menos querrán parecerse a nosotros. Al no identificarse con nosotros, posiblemente también rechacen nuestras enseñanzas, nuestros valores y cualquier cosa que queramos impartirles. Por eso, cuanto más gritemos, menos influiremos sobre nuestros hijos para que sigan por el camino que queremos que recorran.
Veremos –o no- a nuestros nietos. Y muy posiblemente nuestros nietos también reciban gritos porque hemos incorporado un "programa de gritos" a su crianza. Cuando les gritamos a nuestros hijos, también les estamos gritando a nuestros nietos, bisnietos y... a los que vendrán.

De modo que, aunque por todas las razones anteriores sea tentador gritar, el precio para obtener un poco de colaboración es demasiado alto. Por suerte disponemos de una serie de poderosas alternativas para lograr la colaboración de un niño.
Vale la pena tomarnos el trabajo de aprender...
FUENTE: Talleres recreativos para niños (Chile)

sábado, 5 de mayo de 2012

ESTIVILL. EL BEBÉ MANIPULADOR?

¿Qué se te ocurre hacer cuando quieres dormir a un bebé? por ejemplo, mecerlo, cantarle, acariciarle el pelo, cogerle en brazos, meterle en tu cama...

Según prestigiosos autores, el bebé nunca debe decidir qué quiere...son los padres los que debemos enseñar el hábito de dormir y conseguir que éste duerma solo en su habitación y que se cree un ambiente adecuado con "sustitutos" de los padres: peluche, mantita o similar, y por supuesto jamás atender a sus llantos salvo intervalos estrictamente pautados...

Problemas: identificar el sueño con un problema, cuando sabemos que dormir no es más que un proceso evolutivo que tarde o temprano acaba normalizándose; se despersonaliza al niño transmitiendo la idea de que es un manipulador; puede provocar en el niño un shock nueroemocional al alterar los niveles de algunas hormonas reguladoras de las emociones y un estado de indefensión aprendida: por más que continúe con mi conducta: llorar...no consigo nada.
Otra cosa muy natural cuando necesitamos descansar unas horas, es terminar metiendo al bebé en nuestra cama...y está comprobado que en otras culturas como la nipona, esto no causa ni insomnio, ni problemas psicológicos...es más, se ha comprobado que en las primeras semanas, incluso se reduce el riesgo de muerte súbita.
Que un método funcione, no significa que sea bueno...¿insomnio infantil? ...el malestar clinicamente significativo se produce al privar al niño del contacto humano que necesitan, cuando negamos a nuestros hijos la satisfacción de sus más básicas necesidades convencidos por seguir afamadas teorías. 
Más contacto humano, más piel, mas naturalidad en el trato con los hijos, esto es lo que realmente funciona...
Aconsejo el libro "Dormir sin lágrimas" de Rosa Jové, o "Bésame mucho" de Carlos González.

FUENTE: Susana Sánchez Adrover.

ANSIEDAD: PLAGA DE NUESTROS DÍAS

Nuestros tres sistemas: cognitivo, fisiológico y conductual, reflejan este estado de desajuste tan habitual relacionado con nuestro modus vivendi. A nivel cognitivo a través de nuestros pensamientos, fisiológico: manifestándose en tensiones musculares varias, tasa cardiaca o respiratoria y a nivel conductual con nuestro comportamiento.

Su manifestación: el estrés, definido como la respuesta del organismo a través de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción. En tiempos remotos el hombre primitivo, ante estas respuestas se preparaba para la lucha o huída.
 El problema actual es que estas respuestas son automáticas y ocurren con una diferencia fundamental: se producen los mismos cambios fisiológicos, pero con una inhibición o socialización de la respuesta agresiva. Los órganos viscerales sufren el impacto, al no ocurrir una adecuada descarga motora del sistema músculo-esquelético. Las demandas del entorno psico-social son excesivas, intensas y/o prolongadas, superando la capacidad de resistencia y adaptación del organismo, y llegando al distrés.
 Cuando a una persona se le hace sobrepasar el punto óptimo de la curva de rendimiento-activación, comienza un descenso de sus respuestas hasta llegar al fracaso adaptativo.
Durante este período de descenso de rendimiento la persona se siente ansiosa, irritable, con insomnio, con alteraciones del estado de ánimo, y disminución del rendimiento psico-físico y del apetito, se siente cansado desde la mañana.

Los síntomas que podemos sentir cuando estamos muy ansiosos son:

A nivel fisiológico:
Contracturas musculares: en la columna vertebral, los hombros, el cuello, nuca y mandíbula; si la tensión es muy intensa puede extenderse al resto del cuerpo.
Taquicardia, dolor precordial.   
Problemas gastrointestinales como contispación, diarrea, dolores en la boca del estómago o en el abdomen y sensación de hinchazón en el abdomen.
Dolor de cabeza.
Mareos y sensación de inestabilidad.
Problemas respiratorios: intensifica las crisis asmáticas.
Problemas dermatológicos: causar o agravar problemas en la piel, como por ejemplo: alergias.

A nivel cognitivo:
Sentirse emocionalmente ansioso y/o deprimido: pensamientos que conducen a estar preocupado, tensionado y vislumbrando un porvenir no del todo bueno.
Sentirse mal consigo mismo e inútil por no poder resolver problemas cotidianos.
Tener pensamientos perturbadores y desorganización en el razonamiento.
Miedos y/o angustia.
Sensación de estar perturbado o de estar volviéndose loco.

A nivel conductual:
Cambios en el carácter, mayor irritabilidad.
Cambios en las actividades de nuestra rutina diaria.

FUENTE: Lic. Elízabeth González Montaner.